Ya ha empezado el mes de septiembre y con él la época de exámenes más importante de los estudiantes: las recuperaciones, selectividad… serán unos días intensos en los que la presión y el estrés alcanzan niveles muy elevados que, de no ser manejados adecuadamente, podrían boicotear el esfuerzo de todo un curso académico.
Sin embargo, unos niveles moderados de estrés son necesarios e incluso beneficiosos, ya que la tensión nos activa poniendo en funcionamiento capacidades y recursos necesarios para llevar a cabo con éxito la tarea de estudiar para superar los exámenes.
El problema aparece cuando creemos que no somos capaces de hacer frente a una situación, a un examen en este caso. Esta creencia normalmente la generamos porque percibimos que no disponemos de los recursos necesarios para realizar con éxito una tarea y es entonces cuando nuestros niveles de estrés se dispararán, nos sentimos desbordados ante la situación y, en muchos casos, el bloqueo hará que terminemos fracasando: el tan indeseado suspenso.
Este proceso se convierte en un círculo vicioso, que se retroalimenta continuamente:
Si este círculo vicioso continúa y los niveles de estrés y ansiedad se mantienen durante mucho tiempo, finalmente desistiremos de conseguir nuestros objetivos ya que cada vez nos sentiremos menos capaces y menos motivados, lo que también afecta gravemente a nuestra autoestima.
Las técnicas de relajación e inoculación del estrés son muy útiles, pero no nos servirán de nada si lo que realmente falla es que aplicamos unos recursos inadecuados o que directamente carecemos de ellos. No se trata simplemente de manejar el nerviosismo o la ansiedad, sino de afrontar la situación de manera exitosa. Para ello, en primer lugar debemos adquirir las herramientas que nos harán competentes para conseguir nuestras metas, en concreto, unos buenos hábitos y técnicas de estudio. Si logramos esto, la ansiedad no tendrá razón de ser y es muy posible que desaparezca.
En este artículo te ofrecemos algunos consejos para mejorar tus hábitos de estudio.
Para conseguir unos buenos hábitos de estudio, debemos empezar por cuidar el ambiente y lugar de estudio. La habitación ha de tener una adecuada temperatura e iluminación y ha de estar limpia y ordenada. Si llegamos a nuestra mesa de estudio y encontramos una montaña de papeles desordenados, lo último que nos va a apetecer es ponernos a estudiar.
El segundo paso es programar nuestro estudio: gestionar el tiempo y priorizar tareas. Para ello, es muy útil confeccionar un “planning de estudio diario” que incluya tanto las horas de estudio en diferentes materias, como los tiempos de descanso y de ocio, igualmente importantes.
A muchas personas lo que más les cuesta es “arrancar”, es decir, dejar de hacer lo que se esté haciendo para ponerse a estudiar. Esto ocurre porque no existe un hábito de estudio adquirido. En estos casos, resulta muy útil realizar un “ritual” de estudio. Se trata de llevar a cabo una serie de conductas agradables previas al comienzo del estudio (Ej. Escuchar una canción, comer un dulce, ponerse ropa cómoda, ordenar la mesa, etc.), siempre de la misma manera y a la misma hora, de modo que nos predispongan física y mentalmente para el estudio. Una vez hecho esto, será más fácil continuar.
En cuanto a las técnicas de estudio más importantes, son las que potencian por un lado capacidades como la atención, la concentración y la memoria, y por otro, las habilidades de lectura y síntesis. Estas son algunas pautas importantes que debes seguir a la hora de estudiar:
Y ahora, manos a la obra: ¡PREPÁRATE!
Desde Alentia Centro de Psicología te deseamos mucha suerte:
“Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan.”
VOLTAIRE, François-Marie Arouet
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Mi hija de 10 años es muy tímida, le cuesta mucho hacer amigos, ahora que llega el verano me da pena porque la única niña con la que juega es una niña de su cole y durante estos meses no se ven. ¿Cómo puedo ayudarla a hacer amigos?