Destacado
¿Es posible educar sin castigar?
Comparte este artículo en
Artículo de Inmaculada Contreras Domingo (Maestra de Educación Infantil y Psicopedagoga, Psicología de la Intervención Social)

La mayoría de los padres se habrán hecho esta pregunta alguna vez y, es que, criar a un hijo es una ardua tarea que implica ciertos cambios en nuestras vidas y una de ellas es aprender a educar. Es una verdadera responsabilidad afrontar la educación de los hijos y cómo llegar a hacerlo de la mejor manera posible evitando el castigo. Es, en este punto, cuando surge la cuestión de si existe un método eficaz para poder educarles usando técnicas que eviten de alguna forma los castigos que a veces tienden a recurrir los padres cuando llegan a una situación límite y de estrés.

Detrás de cada rabieta o grito pronunciado por un niño hay siempre una razón que le impulsa a ello. Puede tratarse de “un mal día”, de una emoción indeterminada que no sabe gestionar o de alguna necesidad fisiológica. Como padres debemos averiguar qué ha conducido a nuestro hijo ante tal situación, qué ha sido lo que le ha suscitado a producir ese chillido o a iniciar esa rabieta en cuestión.

Cómo actuar ante un comportamiento negativo

Quizá el primer paso que debiéramos dar para educar a nuestros hijos sin castigar es reeducarnos a nosotros mismos y gestionar adecuadamente nuestras emociones. Un niño emocionalmente estable es un niño con menos comportamientos negativos.

Hay que tener en cuenta que nosotros como padres debemos vernos como agentes a través de los cuales los niños aprenden valores, hábitos y en quienes siempre encontrarán un soporte ante las dificultades que se les presente en un momento concreto de sus vidas. Los hijos aprenden lo que ven a su alrededor estando rodeados bien de la familia, los amigos o conocidos pero lo que vivan en el día a día en su propio hogar familiar, su entorno más cercano cuando son pequeños, va a ser lo que condicione un tipo de conducta u otra. Si sus padres reaccionan ante los problemas gritando y diciendo palabrotas, los niños aprenderán a reaccionar así cuando se sientan mal. Si, como padres, no sabemos actuar de forma adecuada y gestionar adecuadamente nuestras emociones, ¿cómo podemos pretender que nuestros hijos lo hagan cuando en casa no damos ejemplo de ello?

Estrategias para educar sin castigar

Es cierto que en determinadas ocasiones resulta difícil no recurrir a alguna forma de castigo tal como una bofetada, azote, poner cara a la pared, mostrar indiferencia,…para solventar una situación en la cual no sabemos cómo actuar. Pero estas formas de castigo, a la larga, conllevan a una conducta negativa del niño.

Existen muchas estrategias para educar sin castigar cuyos principios esenciales son:

  • La comprensión.
  • El cariño.
  • El respeto mutuo.
  • La empatía sin excluir la firmeza.

Partiendo de una visión global de la educación sin castigos, algunos puntos clave a tener en consideración para poder enseñar a nuestros hijos de forma positiva, eliminando los castigos son:

  • Empezad a educar desde temprana edad. Explicad claramente las reglas y reforzadlas de inmediato y con consistencia. Reforzad sus logros con caricias y frases como: ¡Muy bien! ¡Qué bien lo has hecho! Y después de todo ello, decidle cuánto le queréis.
  • Regular vuestras propias emociones. Los padres somos el modelo a seguir para nuestros hijos. Si ante una conducta indeseada respondemos de forma impulsiva y perdiendo los nervios, el niño aprenderá que es así como deberá responder ante una situación similar en el futuro. Si los padres saben regular sus emociones, los hijos aprenderán a regular las suyas.
  • Respetad los sentimientos. Cuando un niño tiene un mal comportamiento, en su interior se está produciendo una sobreactivación emocional. Puede que no sepa reconocer su propia emoción, y eso le genere una frustración aún mayor. Debemos respetar esos sentimientos y evitar los gritos, mentiras y humillaciones. Lo que ellos necesitan es que permanezcáis a su lado para que pueda desahogarse durante unos minutos, decidle que estáis ahí por si os necesita de forma que se sienta seguro y confiado.
  • Recuerda la forma de aprendizaje de los niños. Estos aprenden gradualmente, no de la noche a la mañana. No pretendamos que un niño aprenda una conducta inmediatamente, debemos comprender y respetar sus ritmos de aprendizaje e igualmente sus ritmos de desarrollo.
  • Empatiza y mantén la conexión con tu hijo antes de corregir su conducta. Para que el niño se sienta motivado a escuchar y comprender nuestras explicaciones, es necesario que vea en nosotros alguien en quien confiar, que respeta sus sentimientos y que le guía con cariño y comprensión.
  • Establece límites y ofrece alternativas. Si educamos empleando los castigos, gritando o amenazando, el niño mostrará una mayor resistencia a comprender por qué una determinada conducta es inapropiada. Si adoptamos una postura empática (poniéndonos en su punto de vista) y conseguimos que el niño se sienta comprendido, éste tendrá una predisposición mucho mayor para aceptar nuestros límites. Podemos ayudarle ofreciéndole distintas alternativas limitadas de elección antes una situación en la cual el niño, enfadado, tira los juguetes, por ejemplo. Para intentar mejorar su conducta podemos decirle: “¿Prefieres recoger los juguetes ahora o cuando estés un poco más tranquilo?”
  • Sé constante y paciente. Lo más importante es mantener la conexión entre el niño y tú.
  • Resulta mucho más eficaz fortalecer las conductas positivas que erradicar las negativas.

Cuando no queda más remedio ¿se puede castigar?

El castigo es “la forma más fácil” para “solucionar” un problema y su efecto sobre la conducta es solamente temporal llegando a provocar consecuencias negativas. Muchas personas defienden el castigo porque consideran que realmente hay actitudes que no se pueden tolerar (y en cierto modo tienen razón, pero sólo de manera puntual) y, si se repiten, el castigo es la única manera que tienen de actuar (porque quizás no conozcan otro método o porque le resulte el camino más rápido para detener el problema). Hay situaciones en que se entiende que es preciso interrumpir una mala acción pero el castigo debe ser la última técnica a emplear.

Recuerda que los castigos son poco educativos y que difícilmente logra erradicar una conducta negativa de manera duradera pero si en alguna situación determinada no queda más remedio que emplear el castigo no recurras al castigo físico, como alternativa aplica la retirada de reforzadores o estímulos positivos para él prohibiéndole cosas que le gusta al niño (ver sus dibujos preferidos, comer su postre favorito-pero no dejarle sin postre, ir al parque, por ejemplo) pero nunca uses la bofetada, golpes,…etcétera

Es posible que la causa por la que el castigo permanece como herramienta o método sea su aparente eficacia e inmediatez para controlar o detener el comportamiento inadecuado o quizás simplemente sigue vigente porque fuimos educados así y por lógica natural tendemos a actuar tal y como actuaron con nosotros pero ¿por qué tendemos a educar a nuestros hijos utilizando el castigo si con nosotros no resultó ser eficaz? quizás en ese momento si lo fue pero a largo plazo no.

En cualquier caso castigar a un niño no es la mejor manera de educarlo. Mediante el castigo, pese a que la conducta se extingue de manera puntual, la raíz del problema no se soluciona y son muchos los niños que, pese a haber sido castigados por una conducta, siguen haciéndola cuando pueden o cuando creen no ser vistos.

Efectos secundarios del castigo

Emplear castigos como medida habitual de corrección provoca pérdida de confianza del niño hacia los padres o educadores, daña la autoestima del niño, que llega a desvalorizarse; se produce estrés, tensión y agresividad e incluso provoca el uso de la mentira o el engaño para evitar el castigo.

Muchos niños acaban distanciándose de sus padres y les “castigan” a ellos negándoles la comunicación. Otros acaban perdiendo la espontaneidad y la creatividad y se convierten en niños inseguros, temerosos y dependientes de la persona que lo castiga, pues evitan tomar decisiones que puedan ser erróneas y que puedan originar un nuevo castigo.

¿De qué forma educar?

A los niños hay que educarles para que ellos mismos sean responsables de sus actos y personas autónomas que se respeten a sí mismas y respeten a los demás. Educar requiere paciencia y el trabajo de los padres o educadores debe ir encaminado, siempre que sea posible, a mostrar alternativas y elementos que inviten a reflexionar, no sólo sobre el comportamiento considerado inadecuado, sino también sobre las consecuencias que provoca en los demás.

Proponemos un par de ejemplos que seguramente os serán familiares y os sugerimos cómo actuar:

  • Si un niño pinta la pared con sus rotuladores podemos hacer que entienda que no debería haberlo hecho con un “ahora la pared está sucia porque la has pintado con el rotulador, habrá que limpiarla, si quieres te ayudo”. El hecho de limpiar ya ejerce la función educativa, pues el niño ve que su acto tiene una consecuencia (pared sucia) que debe ser reparada (limpiándola).
  • Si rompe sus juguetes porque está enfadado (o juega a romperlos) la consecuencia en sí ya supone un aprendizaje, pues los habrá roto y más tarde se dará cuenta de que no podrá jugar con ellos. Esto no quiere decir que haya que dejar que los rompa deliberadamente. Podemos detener la acción con un “si cuando te enfadas tratas así a los juguetes los tendré que guardar para que no se rompan” si lo consideramos pertinente. Esta frase que parece un castigo o una amenaza es realmente una invitación a la reflexión para que el niño cree su propia regla. Si tira los juguetes serán retirados para que no se rompan, sin embargo, si los trata bien, podrá jugar con ellos tanto cuanto quiera. Él decide en todo momento cuándo puede empezar a tratarlos bien.

En ambos casos debemos evitar el enfado, los gritos,… porque no ayudarán en nada. Esto no quiere decir que no seamos autoritarios en determinados momentos en los que lo exija la situación pero siempre actuando desde el cariño. Debemos compartir el tiempo con nuestros hijos e hijas, demostrarles afecto (abrazarles, besarles), que sepan que nuestro amor no disminuye si no se portan bien y premiarles cuando lo merezcan.

La finalidad es que los niños sean personas responsables, autocríticas y autónomas pero con valores propios. Como decía Piaget, “la autonomía sólo aparece con la reciprocidad, cuando el respeto mutuo es lo bastante fuerte como para hacer que el individuo sienta desde dentro el deseo de tratar a los demás como a él le gustaría que le trataran”. Por ello la lucha debe ir encaminada a crear esa autonomía en los niños.

Para conseguirlo es necesaria la vía del diálogo y la comunicación, el ejemplo continúo de los padres en el día a día y la exigencia apropiada, siempre con amor.

Comparte este artículo en
Inmaculada Contreras Domingo
Maestra de Educación Infantil y Psicopedagoga, Psicología de la Intervención Social
He trabajado en el Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Granada como maestra de Educación Infantil y en el Centro Infantil Don Pablito de Málaga. He llevado a cabo Programas de Intervención Psicopedagógica con niños con dificultades reforzando habilidades sociales y emocionales y aportándoles herramientas y técnicas para su mejor desarrollo. He colaborado en la Asociación Granadown ofreciendo apoyo escolar y atención individualizada a los distintos usuarios así como también en la Asociación Almanjáyar en Familia de Granada llevando a cabo varios talleres de Inteligencia Emocional, Seguridad Vial y Salud y Resolución de Conflictos con niños de Educación Infantil y Primaria.
Ver perfil completo
Disciplina positiva
La Disciplina Positiva es una metodología educativa que parte del respeto mutuo entre padres e hijos y que se basa en el equilibrio entre la amabilidad y la firmeza como pilar educativo
Recursos
En esta sección os ofrecemos una gran colección de actividades para hacer con los niños o proponérselas para que las hagan ellos solos. Incluimos actividades propuestas por nuestro equipo de profesionales como manualidades, juegos o recetas de cocina, entre otros, que serán muy útiles para estimular y divertir a los niños.
Nuestros expertos te ayudan
Ponemos a tu disposición nuestro equipo de psicopedagogos para que les hagas tus preguntas acerca de este y otros temas que te preocupen. ¡No lo dudes y haznos tus preguntas!
Últimas dudas resueltas
  • Usuario anónimo preguntó:

    Hola mi hijo de 5 años tiene miedo a la oscuridad, no quiere pasar la noche en su habitación ni andar por casa solo a menos que estén las luces encendidas. Nuestra casa no es grande, por lo que siempre nos escucha y si nos llama acudimos pero se niega a ir sin nosotros a habitaciones...

    Responde Equipo Psicopedagógico de El faro de tiza, Psicopedagogía, Psicología, Educación y Animación a la lectura :
    Hola, en principio es normal que un niño de la edad de tu hijo manifieste miedo a la oscuridad, alrededor de los 3 años la capacidad cognitiva...
    Leer respuesta completa
  • Usuario anónimo preguntó:

    Mi hija de 10 años es muy tímida, le cuesta mucho hacer amigos, ahora que llega el verano me da pena porque la única niña con la que juega es una niña de su cole y durante estos meses no se ven. ¿Cómo puedo ayudarla a hacer amigos?

    Responde Macarena Requena, Psicóloga y Psicopedagoga, Atención a la diversidad y problemas de conducta:
    Hola, con los datos que nos ofreces es un poco difícil darte unas orientaciones adecuadas, en muchas ocasiones confundimos timidez con otras dificultades...
    Leer respuesta completa
  • Ver más consultas
Libros urgentes en agapea.com
Premio Empresa Responsable con la Infancia 2017
Política de privacidad
Copyright © Agapea Factory S.A 2024