Cada vez más jóvenes están implicados en casos de acoso a través de los medios digitales, debido al uso extensivo y al anonimato de la red. Más de una vez habremos oído hablar del «ciberbullying» o ciberacoso pero ¿qué significa exactamente, por qué se produce?
Según el Estudio sobre hábitos seguros en el uso de las TIC por los menores publicado por el INTECO en Marzo de 2009 el ciberbullying se define como acoso entre iguales en el entorno TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños. Se trata de un problema que nace asociado al auge de las nuevas tecnologías y al acceso cada vez más temprano a todo lo relacionado con internet.
Así pues, consiste en el uso de las redes sociales (Facebook, Twitter,…), videojuegos, correo electrónico, blogs, aplicaciones de mensajería instantánea (como WhatsApp) para ejercer acoso psicológico a un individuo o grupo. El anonimato, la no percepción directa e inmediata del daño causado y la adopción de roles imaginarios en la Red convierten al ciberbullying en un grave problema donde los acosadores son personas con baja autoestima que solo se sienten bien cuando hacen daño a los demás y eso les hace sentirse más fuertes.
Es especialmente preocupante el creciente número de casos entre adolescentes. Por ejemplo en España, casi un tercio de los menores de 17 años afirma haber sufrido ciberacoso, e incluso el 19% reconoce haber insultado en la red. En Latinoamérica, según datos de la UNESCO, más del 50% de los alumnos de primaria ha sido víctima de acoso escolar, un peligro que se potencia en la red.
Por otra parte, un estudio llevado a cabo por la Universidad de New Hampshire, en Estados Unidos, desveló que la juventud aún teme más la intimidación ‘cara a cara’ que el acoso producido a través de Internet, aunque los episodios mixtos son los que más preocupan a profesionales, ya que son más propensos y tienen una mayor gravedad.
Igualmente, los jóvenes que participaron en las pruebas (víctimas de diferentes tipos de acoso) para un estudio de la Universidad de Queensland (Australia) reconocieron temer más el daño físico que el acoso por la red, ya que en este segundo caso se mostraron convencidos de saber qué hacer contra los ciberacosadores.
Los niños de entre 12 y 13 años son los menores con mayor riesgo de sufrir el fenómeno de ciberbullying, en el que las niñas son más propensas tanto a ser víctimas como agresoras, según el director de la organización nacional Pantallas Amigas, Jorge Flores Fernández. Flores ha explicado a la agencia EFE, con motivo de un curso impartido en Málaga en 2012 bajo el título de “Violencia entre iguales (menores y jóvenes) a través de las Nuevas Tecnologías”, que este tipo de acoso preocupa de «forma creciente y en edades más tempranas».
Cuando un/una menor atormenta, amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro/a mediante Internet, teléfonos móviles, consolas de juegos u otras tecnologías telemáticas estamos ante un indicio de este tipo de maltrato.
Cuando se produce el ciberbullying se van a presentar una serie de síntomas que pueden dar pistas a sus familiares y profesores de que algo está sucediendo al niño o niña en cuestión tales como: sensación de malestar o simulación de enfermedad; estrés o ansiedad, cambios en el comportamiento y en los hábitos alimentarios (saltearse comidas o atracarse); dificultad para dormir, pesadillas frecuentes; notas más bajas, pérdida de interés en el trabajo escolar, deseo de no ir a la escuela; lesiones inexplicables; deseo de evitar situaciones sociales; sentimientos de impotencia o disminución de la autoestima y comportamiento autodestructivo como escaparse del hogar, infringirse heridas o hablar de suicidio.
Las formas que adopta son muy variadas. Algunos ejemplos concretos podrían ser los siguientes:
Se estima que un 8.4% de los niños españoles de entre 13 y 14 años ha sufrido ciberbullying a través de su teléfono móvil en 2014, según la organización Protégeles. Por su parte, el estudio «Menores de Edad y Conectividad Móvil en España», elaborado por la Línea de Atención sobre Cyberbullying, red europea para la denuncia de casos de acoso en la Red entre menores denuncia que un 9% de los niños de estas edades ha recibido imágenes de contenido sexual en sus dispositivos, mientras que el 11% ha recibido mensajes o llamadas de desconocidos.
El cyberbullying puede afectar al menor en diferentes ámbitos de su vida como en su personalidad, en las relaciones con terceros (comportándose de manera temerosa con sus amigos sin querer quedar con ellos para salir), en el uso de las TIC y en familia (mostrándose retraído)
Si se mantiene el ciberbullying en el tiempo, los síntomas de los cuales hemos hablado anteriormente pueden provocar verdaderas enfermedades, ya sean físicas, debido a la somatización de la presión, la falta de sueño o dolores tensionales; e incluso psicológicas, causadas por episodios depresivos que pueden desencadenar en un Trastorno de Depresión Mayor o por la ansiedad, propiciando un trastorno por estrés postraumático.
Algunos consejos o medidas que los menores deberían tomar para evitar ser víctima de cyberbullying son:
Según los expertos, es recomendable que los padres sigan algunos consejos para intentar luchar contra el «ciberbullying»:
Un grupo de investigadores de las universidades de Córdoba, Jaén, Sevilla y Greenwich ha desarrollado el Programa ConRed con la intención de potenciar el uso seguro de las redes sociales y prevenir el ciberbullying o ciberacoso.
Las víctimas de ciberbullying deben de aprender poco a poco a recuperar su autoestima así como la confianza en las relaciones interpersonales, antes de volver a la vida que llevaba. Se trata de un proceso lento, que dependerá mucho del tiempo en que ha estado expuesto al acoso.
Será preciso en todo caso que la víctima esté acompañada en este proceso de reestructuración de su vida por un psicólogo, que le enseñará y ayudará a enfrentarse a situaciones de estrés, a la vez que trabaja para reforzar su autoestima, buscando además la rehabilitación de las relaciones sociales, así como volver a recuperar un normal desempeño en sus tareas académicas, para lo cual se utilizarán una serie de técnicas como: entrenamiento en inoculación de estrés; terapia congnitivo-conductual y terapia ocupacional.
Igualmente el tratamiento puede implicar el uso de psicofármacos para tratar los trastornos que pudieran haber surgido, con el objetivo de reducir sus síntomas, empleando para ello antidepresivos o ansiolíticos según sea el caso, reduciendo su dosis a medida que la persona va recuperando el control de su vida y de sus sentimientos, volviendo a llevar una rutina lo más normal posible.
Por último, señalar que la alta prevalencia, la gravedad de sus consecuencias y las dificultades para la prevención e intervención han hecho del ciberbullying el principal “azote” digital de niños, niñas y adolescentes. La inmediatez, facilidad y disponibilidad para causar daño, la potencia de Internet, la dificultad de desarrollar la empatía en el entorno digital… son algunos de los factores que hacen que el ciberacoso entre iguales se haya convertido en el problema más relevante que afecta a la infancia y la adolescencia online.
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