Es cuestión de tiempo que vuestros hijos e hijas reciban el feedback de sus esfuerzos escolares en forma de notas finales. Muchos de ellos verán recompensados su trabajo y el tiempo invertido durante nueve meses, si bien, no es menos cierto que habrá muchos chicos y chicas que se encuentren ante un panorama desolador: resultados negativos que afrontar, con la desilusión y el desánimo que ello supone, tanto para ellos como para vosotros como padres.
Pese a todo, podemos encontrar que existen dos tipos fundamentales de “estilos ante el fracaso”, y no se circunscriben exclusivamente a las calificaciones finales, son más una “actitud” escolar general. Por un lado, encontramos el niño que ha trabajado durante todo el curso, y que aún así, obtiene un resultado final negativo en una o varias materias. Este tipo de alumno suele encontrarse motivado de manera intrínseca, no actúa por refuerzos externos, y e s por ello que se debe poner el acento en elogiar sus esfuerzos y no tanto las calificaciones obtenidas. De esta forma, se logra que el menor encuentre de nuevo el camino hacia la autosuperación y el esfuerzo y considere éstos como hechos positivos para su crecimiento personal. Ante la adversidad, crecerse.
Por otro lado, está el niño que no encuentra satisfacción alguna en el abordaje de sus aprendizajes escolares. El esfuerzo no es constante, ya que responde a intereses externos a él (desea responder a las expectativas y requerimientos de sus padres, sabe que obtendrá un regalo que se le ha prometido…). No hay motivación, esfuerzo, ni interés, que respondan a necesidades reales del propio niño. Siente “lo escolar” como algo ajeno a sí mismo, algo impuesto que soportar, y si se puede, evitar.
Es, obviamente, el caso más difícil en lo que a intervención psicopedagógica se refiere. Y también es desesperante para algunos padres, que no saben cómo orientar a su hijo ante uno de los retos más importantes a su edad.
¿Qué podemos hacer en estos casos? Lo primero, descartar que existen dificultades de aprendizaje que puedan estar incidiendo y sean el origen del problema, quizás se esté enmascarando una dificultad real. Valoradas las competencias intelectuales y el funcionamiento ejecutivo, entre otros aspectos, es igualmente esencial considerar el estado emocional del menor. Una experiencia repetitiva de fracaso puede desembocar en una autoestima dañada y en actitudes de inhibición ante la tarea (“…mejor no hacer nada que hacer y fracasar…” ¿no os suena al claro ejemplo de algunos exámenes entregados en blanco?).
Diseñar estrategias que incluyan pequeñas experiencias de éxito se convierte en condición sine quad non para empezar a crecer y creer en uno mismo como estudiante capaz.
Así mismo, es fundamental el papel de los padres, durante todo el año escolar, no solo ante los resultados finales. Si tu hijo se ha esforzado y ha trabajado de la forma más autónoma y madura posible (dentro de sus posibilidades reales)…¡alégrate con él! ¡manifiéstale tu confianza y orgullo! Escucha sus propuestas de mejora y ayúdalo a planificar la recuperación del ritmo de aprendizaje adecuado, favoreciendo su toma de decisiones de forma realista y detallada.
La clave para motivar al niño cuya evolución ha sido desfavorable, tiene, a grandes rasgos, forma triangular:
Por último, recordaros que la idea a transmitir a los pequeños es que siempre, cada fracaso, puede convertirse en una oportunidad para aprender. En una oportunidad para actuar con resiliencia.
Hola mi hijo de 5 años tiene miedo a la oscuridad, no quiere pasar la noche en su habitación ni andar por casa solo a menos que estén las luces encendidas. Nuestra casa no es grande, por lo que siempre nos escucha y si nos llama acudimos pero se niega a ir sin nosotros a habitaciones...
Mi hija de 10 años es muy tímida, le cuesta mucho hacer amigos, ahora que llega el verano me da pena porque la única niña con la que juega es una niña de su cole y durante estos meses no se ven. ¿Cómo puedo ayudarla a hacer amigos?