Cuando hablamos de Educación Montessori nos estamos refiriendo a una forma de entender la educación que parte del respeto profundo al niño. Para respetar a los niños hay que conocerlos, y eso pasa por observarlos pacientemente de la forma más objetiva posible, y también por empatizar con ellos. Aunque se dice fácil, lo que se plantea es una actitud hacia la infancia que, por desgracia, no está generalizada. Las necesidades de los adultos son, en muchas ocasiones, radicalmente opuestas a las necesidades de los niños, y por una cuestión de jerarquías normalmente se impone la satisfacción de las necesidades del adulto ante las del niño. Entender que los niños se están construyendo como personas implica invertir este orden jerárquico, porque el juego del niño, sus intereses y sus ritmos están todos orquestados desde una pulsión vital que hace que no sea necesaria la intervención directa de un agente externo. Los niños sólo necesitan ser entendidos y acompañados en su desarrollo. Esto, que también se dice fácil, conlleva una transformación personal profunda en el adulto acompañante. La mayoría de los adultos de hoy no fuimos acompañados en nuestro desarrollo natural, sino presionados tanto por nuestras propias familias como por la escuela para cumplir unos objetivos y unas expectativas. Esta forma de concebir la educación la llevamos incorporada y la reproducimos sistemáticamente, por lo que nuestros hijos tienen todas las papeletas de heredarla también. Es decir, que cambiar la forma de entender la educación pasa necesariamente por: entender cómo son realmente los niños, cómo somos nosotros y qué tenemos que cambiar en nosotros mismos para poder permitirles un crecimiento y un desarrollo respetado y feliz.
Según concebía la educación María Montessori, no se trata de realizar acciones sobre los niños, sino sobre el ambiente. Los niños saben de forma natural lo que deben hacer en cada momento, pero si el ambiente no es adecuado para el desarrollo de todas sus potencialidades, entonces crecerán castrados en muchos aspectos constitutivos de la personalidad: capacidad de relación social, mente matemática, conocimiento, respeto y cuidado del propio cuerpo, autogestión emocional, autonomía, cuidado del medio, empatía... Por este motivo, María Montessori nos propone un modelo educativo que parte de la preparación del ambiente para que nada de esto se quede en el tintero. Cuando sembramos una semilla, lo único que va a permitir un desarrollo adecuado de la planta es el ambiente. Nadie le dice a la semilla cómo ni cuándo tiene que brotar ni le indica a la planta cuánto ni cómo tiene que crecer. Esa información la tiene ya, lo único que necesita es que el ambiente sea el óptimo para desarrollarse de forma óptima. Esto no implica que la planta vaya a crecer perfecta, sino que crecerá lo mejor posible. De idéntica forma se plantea este modelo educativo: se trata de dejar a los niños desarrollarse sin interrumpirles en sus procesos y sin alterar sus ritmos, de acompañarlos creando el ambiente adecuado para ellos.
El ambiente Montessori se compone de dos puntos fuertes:
En definitiva, la Educación Montessori es un modelo educativo, no sólo una pedagogía: es una forma de entender las relaciones humanas y las relaciones con el entorno. Es una manera de estar en el mundo que rompe la inercia de una cultura dominada por el ego y con unas relaciones jerárquicas dañinas para todos. Y parte desde la observación rigurosa de los niños y sus procesos, es decir, desde la naturaleza humana en estado puro.
Hola mi hijo de 5 años tiene miedo a la oscuridad, no quiere pasar la noche en su habitación ni andar por casa solo a menos que estén las luces encendidas. Nuestra casa no es grande, por lo que siempre nos escucha y si nos llama acudimos pero se niega a ir sin nosotros a habitaciones...
Mi hija de 10 años es muy tímida, le cuesta mucho hacer amigos, ahora que llega el verano me da pena porque la única niña con la que juega es una niña de su cole y durante estos meses no se ven. ¿Cómo puedo ayudarla a hacer amigos?