Desarrollo afectivo de los niños
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Artículo de
Macarena Requena (Psicóloga y Psicopedagoga, Atención a la diversidad y problemas de conducta)

El desarrollo del niño abarca diferentes aspectos que todos unidos y en sintonía darán lugar a un desarrollo adecuado y un futuro adulto equilibrado. Estos aspectos son por ejemplo, el área motora, cognitiva, lenguaje, moral, social o afectiva. En este artículo nos vamos a centrar en el desarrollo afectivo del niño.
Se trata de un aspecto clave en su desarrollo, es el proceso por el cual los niños irán adquiriendo aprendizajes y experiencias que les permitirán establecer lazos afectivos y entender y poder desenvolverse con ellos, lo que le posibilitará y mejorará sus relaciones con el resto de las personas.
Desarrollo afectivo
Desde que nacemos las personas tenemos un interés natural por el resto de personas que nos rodean, el establecer vínculos afectivos garantizará nuestra supervivencia. Es muy importante que estas relaciones iniciales sean positivas ya que determinarán el desarrollo afectivo a lo largo de nuestra vida. El desarrollo afectivo pasa por una serie de fases:
Bebés (0-3 años)
- Sobre los 3 meses comienza a sonreír a todas las personas que están a su alrededor, poco a poco irá diferenciando a conocidos de desconocidos y solo interactuará con las persona conocidas.
- A los 3- 4 meses aparecen las emociones negativas ira y tristeza que irán intensificándose durante la infancia, pues estas emociones están relacionadas con el desarrollo cognitivo.
- Comienzan a establecerse las relaciones de apego con los cuidadores principales, las cuales, dependiendo de como se establezcan inicialmente irán evolucionando e influyendo en el resto de sus relaciones.
- Sobre los 6 meses aparece el miedo, el primer miedo que van a experimentar es a los desconocidos.
- Al finalizar los dos años aparecerán emociones como el orgullo, la vergüenza, la envidia, la culpabilidad… que surgen como consecuencia de la conciencia sobre sí mismo que va adquiriendo el niño.
- Desde las pocas semanas no solo son capaces de transmitir sus emociones si no, también, reconocerlas en los demás, cualidad que llegado el momento le ayudará a poder valorar situaciones inciertas y regular su conducta.
Infancia (3 a 9 años)
- La familia continúa siendo el contexto social más importante para el niño pero comienza a establecer contactos sociales fuera de la familia, aunque siempre regulados por los adultos.
- Al principio las relaciones con sus iguales no distinguen entre sexos y suelen girar en torno a juguetes u objetos.
- Posteriormente parecerá un nuevo tipo de afecto la amistad, comienzan a relacionarse con los iguales, con sentimientos de reciprocidad.
- Comienzan a comprender matices más complejos de la expresión afectiva tanto a nivel verbal como no verbal.
- Las figuras de apego siguen siendo fundamentales pero van cobrando fuerza otras nuevas figuras y comienzan a desprenderse de la protección materna.
- Los niños cada vez se relacionan con más personas por lo que aparecen más experiencias afectivas.
- A esta edad comienzan a regular y suavizar su expresión emocional, aprenden a autocontrolarse, por los que sus los afectos son menos intensos, pero más ricos y variados.

Afectividad y apego
Es impensable hablar de afectividad en el desarrollo del niño y no hablar del apego. Esta relación bebé-cuidador es la más importante y representativa de la infancia. Se trata de un lazo afectivo especial que se produce entre el niño y un número reducido de cuidadores (normalmente la figura de apego principal será la madre/padre) que impulsa al niño a buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo (Ainsworth y Bell).
Para hablar de apego son necesarios tres componentes por un lado las conductas que permiten al niño lograr la proximidad y contacto con sus cuidadores (miradas, vocalizaciones, sonrisas…), por otro la idea mental que tiene el niño de esta relación (si la figura de apego es accesible y disponible) y por último los sentimientos de seguridad y confianza que se crean gracias a esta relación.
La figura de apego debe actuar como base segura, proporcionando al niño la confianza suficiente para explorar e interactuar con el medio. Una adecuada relación de apego tiene enormes beneficios, especialmente para el niño como son el aporte de de seguridad y confianza lo cual posibilitará al niño herramientas para relacionarse y conocer su medio, también fomenta la salud física y emocional del niño a lo largo de toda su vida. Existen cuatro tipos de apego dependiendo de la relación que se establezca entre el cuidador y el niño:
- Apego seguro: En este tipo de relación los niños han establecido una conexión segura con su figura de apego por lo que exploran de forma activa mientras están solos con la figura de apego, y pueden intranquilizarse visiblemente cuando los separan de ella. A menudo el bebé saluda a la figura de apego con afecto cuando regresa, y si está muy inquieto, tratará de entrar en contacto físico con ella. Estos bebés son sociables con extraños mientras la madre está presente.
- Apego Inseguro-ambivalente: Los bebés con este tipo de apego tratan de mantenerse cerca de la figura de apego y exploran muy poco mientras ella está presente. Se inquietan mucho cuando ésta se marcha, pero cuando regresa su reacción es ambivalente: permanece en su cercanía, pero pueden resistirse al contacto físico con ella mostrándose molestos por el abandono. Se muestran sumamente cautelosos con los extraños, aún en presencia de la figura de apego.
- Apego Inseguro-evitativo: Los bebés con este tipo de apego muestran poco malestar cuando son separados de la figura de apego y generalmente rehuyen de ella cuando regresa aunque ésta trate de ganar su atención. Suelen ser sociables con los extraños pero pueden ignorarlos de la misma forma en que evitan a su figura de apego cuando regresa.
- Apego desorganizado/desorientado: Es una combinación de los patrones de apego inseguro. El bebé puede mostrarse confuso permaneciendo inmóvil o acercarse para luego alejarse de forma abrupta a medida que la figura de apego se aproxima.
Como ayudar a fortalecer los lazos afectivos del niño
Los padres o cuidadores habituales somos los responsables de las primeras relaciones afectivas del niño, estas marcarán el resto de relaciones que establezcan en el futuro. La forma que tengamos de relacionarnos con ellos y responder a sus necesidades serán sus primeras experiencias sociales por lo que estas pautas nos podrán ayudar a actuar:
- Ser contante (responder de la misma forma en situaciones similares) y ofrecele tu compañía siempre que la necesite.
- Tu forma de comunicarte es muy importante cuida el tono de voz, las palabras que uses, las miradas, gestos…
- Presta atención y responde a sus llamadas, cuando es bebé sonrisas, voalizaciones, llantos...
- Cuando comience a crecer ve dándole autonomía para establezca nuevos vínculos afectivos, pero siempre atento.
- Ten cuidado como actúas con los demás, pues eres su ejemplo e imitara tu forma de relacionarte.
- Habla de sentimientos con él de forma natural.
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