Seguro que alguna vez todos hemos sufrido o sido testigos de una situación similar: En el supermercado nuestro hijo nos pide un helado y como se acerca la hora de comer le decimos que no… (NO, la palabra maldita) entonces el niño se pone a llorar y gritar como si no hubiera mañana. En ese momento sentimos una presión enorme, todo el mundo nos está mirando.. ¿que pensarán de nosotros?. Ese numerito no puede continuar ¿qué hacemos? las opciones más inmediatas nos son muy alentadoras, por un lado podemos ceder, aún sabiendo que no estamos haciendo bien, salir del super, dejarlo llorar…
Este es un ejemplo de rabieta. Podemos definir las rabietas como reacciones desmesuradas y desagradables del niño (gritos, llantos, patadas, tirarse al suelo) ante la negativa de satisfacer su deseo o petición. Aunque incómodas, forman parte del desarrollo del niño, suelen aparecer alrededor de los 12-28 meses y van empeorando entre los 2 y 3 años, a partir de ese momento van disminuyendo hasta casi no volver a presentarse. Que se produzcan rabietas a esa edad es normal debido a que los niños de 2 y 3 años van adquiriendo autonomía e independencia pero no tienen el suficiente autocontrol sobre sus emociones, ni su lenguaje está desarrollado lo suficiente para comunicar sus sentimientos por lo cual la rabieta es la forma más sencilla para ellos de expresar sus sentimientos de frustración, es una manera de comunicarse inadecuada.
Sin embrago lo que en un principio es una forma de expresar la frustración se puede convertir en una herramienta de manipulación, si el niño comprueba que actuando de esta manera consigue sus objetivos, las rabietas serán mas numerosas y se prolongarán en el tiempo.