Se habla mucho de la inteligencia emocional, un concepto muy actual y pretendido por los educadores, pero ¿qué entendemos por inteligencia emocional? Podemos decir que, en general, es el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender las de los demás, y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.
Cuando hablamos de inteligencia emocional y niños englobamos conceptos tan importantes para su desarrollo como son el autoconcepto, la autoestima, conocimiento y reconocimiento de emociones, habilidades sociales... Un adecuado desarrollo de la inteligencia emocional les ayuda a abordar diferentes situaciones desde el punto de vista de las emociones, como son los miedos, la alegría, los acontecimientos vitales negativos o la capacidad de superación.
Necesitamos entender las emociones, como funcionan y nos afectan. Somo seres emocionales y racionales, es más, primero sentimos y después razonamos, sin embargo, vivimos en una sociedad muy reglada y formal que, en ocasiones, ha menospreciado la educación emocional algo tan absolutamente propio e innato pero aún así a veces nos resulta extraño o desagradable.
Si no somos capaces de diferenciar entre miedo, ira, preocupación… entre muchas otras, no seremos capaces de saber como actuar en cada situación. Enseñar a los niños que es normal estar enfadado, que a veces todos podemos estar tristes o que todos tenemos sentimientos y “permiso” para expresarlos hará de ellos unos adultos equilibrados emocionalmente.
La inteligencia emocional, en todas las personas, está estrechamente ligada a la calidad de las relaciones interpersonales, a la consecución de los propios objetivos y finalmente, a la propia felicidad.
Según Daniel Goleman, autor de Inteligencia Emocional esta cualidad nos permite:
Aquí os dejamos un video sobre la empatía a modo de reflexión.