Los niños desobedientes son un auténtico quebradero de cabeza para los padres y su actitud afecta al clima familiar y las relaciones con sus padres y educadores, pero antes de catalogar y actuar sobre un niño desobediente deberíamos tener claro qué es y qué no es la desobediencia y cuando esta supone un problema real.
La desobediencia aparece a partir de los 3 años y es normal que el niño se muestre desobediente, está descubriendo los límites el entorno, diferenciando lo que es correcto de lo incorrecto, lo que se puede y lo que no se puede hacer, en definitiva está aprendiendo y los adultos que estamos a su alrededor somos sus guías. La diferencia entre este comportamiento y una actitud de desobediencia excesiva sería la existencia de una continua desobediencia y hostilidad hacia las figuras de autoridad lo que ocasiona importantes problemas en la convivencia familiar.
Debemos diferenciar si su comportamiento se deriva de una verdadera intención de no obedecer las normas, o se debe a otros factores como no haber atendido (estaba atento a otras cosas y no se ha enterado de lo que le hemos dicho) o no haber entendido la indicación (no comprende en que consiste la norma, por ejemplo “portate bien", para el niño puede significar no pegar a su hermano y para nosotros, además, estar sentados, no gritar…). Es importante conocer la causa por la cual el niño nos ha desobedecido ya que nuestra reacción debe adaptarse a las causas y podría estar relacionado con otros factores como un déficit de atención, hiperactividad, etc. Si presenta alguna de las siguientes características sería aconsejable consultar con un especialista.
No existe una respuesta cerrada para la pregunta, muchos factores intervienen en el comportamiento de un niño. Por un lado está el niño su edad, capacidad y temperamento, es cierto que hay niños más tozudos, aventureros, complacientes... que otros, además, dependiendo de su edad y desarrollo tendrá más capacidad para seguir las normas.
Es necesario tener en cuenta la familia y su entorno, en ocasiones el estilo educativo paterno inadecuado y pretende una obediencia ciega en el niño, lo cual no es realista. Los padres no pueden dar órdenes continuamente y esperar que sean cumplidas sin rechistar, un abuso de autoridad atropella los derechos del hijo y el desarrollo de su personalidad se ve afectado.
La comunicación es otro aspecto clave en el desarrollo de la conducta infantil, hemos de fomentar que nuestros hijos hablen con nosotros y nosotros con ellos, dedicarles un tiempo diario de calidad, en el que se sientan atendidos y escuchados. También es importante la calidad de esta no es cuestión de hacer continuas exigencias, si no transformarlas en invitaciones y sugerencias.