Cuando una pareja decide separarse se producen importantes desajustes y posteriores adaptaciones a esta nueva situación por parte de todos los miembros de la familia. Las separaciones o divorcios suponen un momento de crisis para la familia que a partir de ahora sufrirá importantes cambios como son los cambios de residencia, nuevas formas de relacionarse con los padres e incluso nuevas parejas de los padres.
La ruptura de la relación amorosa se vive con dolor y angustia por la pareja, que ve como su proyecto en común en común se ha roto y ahora empieza un nuevo camino, a veces incierto, sin embargo las principales víctimas de todo este proceso son los hijos, que no entienden o no se esperaban este desenlace.
Los hijos reaccionaran de forma diferente según sus características personales (edad, temperamento o capacidad cognitiva) la situación familiar y como afronten sus padres la ruptura pero, a grandes rasgos encontramos que:
Según Wallerstein, una vez comunicada la decisión de separarse, los hijos deben realizar una serie de “tareas” psicológicas que a medida que afronten irán recuperando su equilibrio y estabilidad. Estos pasos no son consejos para ayudar a los hijos son un proceso de asimilación, así el niño, poco a poco, deberá: